viernes, 15 de junio de 2007

Funcionamiento de un refrigerador


Un poco de historia

El hombre desde tiempos remotos trató de conservar los alimentos para que no se descompusieran rápidamente. Alejandro Magno, rey de Macedonia, construyó grandes cámaras frigoríficas subterráneas, para mantener la comida de su ejército durante el ataque a la ciudad de Petra (329 a.C.) y en la antigua Roma, se usó hielo traído desde las montañas, para enfriar las bebidas y los víveres.

Pero a medida que pasó el tiempo, surgió la necesidad de descubrir un aparato que refrigerara los productos y los conservara durante un largo período. Así fue como, en 1784, William Cullen construyó la primera máquina para enfriar. En 1859, el francés Ferdinand Carré fabricó el primer aparato frigorífico por absorción, con amoniaco como gas refrigerante. Luego, en 1879, el ingeniero alemán Karl von Linde creó el primer refrigerador doméstico.

A comienzos de la década de 1920, nacieron los refrigeradores eléctricos, cuando dos suecos, Carl Munters y Balzer von Platen, inventaron uno con compresor que estaba accionado por un motor eléctrico. En esa misma época, Thomas Midgley descubrió el freón, un gas conocido genéricamente reemplazó al amoniaco.

Funcionamiento de un refrigerador

El “refrigerador” o “Nevera” es un armario o cajón aislado térmicamente para que el calor no penetre dentro de dicho armario. Cuando introducimos un alimento en él, éste lleva consigo unas calorías. Dentro del refrigerador tenemos un panel de captación que dispone en su interior de un circuito hidráulico, y por este circula un líquido refrigerante o un gas licuado; este líquido tiende a evaporarse captando o robando rápidamente el calor introducido junto con el alimento. Una vez captado el calor en el líquido o gas, éste pasa por un compresor que lo comprime, consiguiendo así que aumente de temperatura. Aumentada la temperatura del líquido, se traspasa al panel o circuito exterior trasero del refrigerador, y si recordamos lo arriba indicado, el calor del líquido invadirá la ausencia de éste en el aire exterior, disipándolo fuera del refrigerador.

Con este sistema llamado “bomba de calor” hemos conseguido sacar el calor del interior del frigorífico y lo hemos disipado en el exterior, obteniendo así unos alimentos fríos o mejor dicho, sin calor.

El potencial actual que tienen las Bombas de Calor para reducir las emisiones de CO2 del globo se estiman en un 6%, lo que equivaldría a una reducción de 1.200 millones de toneladas de CO2 al año, repartidas así:

* 1.000 millones de toneladas de CO2 en el sector residencial y comercial.

* 200 millones de toneladas de CO2 en el sector industrial.

Este potencial de reducción de emisiones de CO2 es uno de los mayores que puede ofrecer una única tecnología, con la ventaja de que se trata de una tecnología que ya está disponible en el mercado.

Las emisiones de CO2, como consecuencia de los procesos de calefacción, climatización y agua caliente sanitaria en los sectores residencial y servicios, ascienden anualmente en nuestro país a 28 millones de toneladas de CO2. Ésto representa un 12 % de las emisiones nacionales de CO2.

Si aceptamos, de acuerdo con los apartados anteriores, que el potencial de reducción de emisiones de CO2 por Bomba de Calor puede llegar a ser del 6%, su utilizacion en España supondría evitar 1,68 millones de toneladas de CO2, lo que representaría una reducción del 0,7 % sobre el total de nuestras emisiones.

1 comentario:

Israel López Luna dijo...

Muchas gracias me sirvió bastante, ojalá y puedas poner imágenes o un simulador de refrigeración.